viernes, 29 de marzo de 2013

Que no exista más perdón.

     Hoy es de esos días que, sin poder hablarte, escribo para nadie.

    Es de esos "me doy cuenta". Y me la doy. De esas veces que asimilo que cuando que cada vez que me hago tuya estoy pecando un poco más de suicidio. De cuando los días a tu lado pasan en negativo. De cuando me cambias por un par de copas y la diversión de la estridente música, el baile frenético y el frío de todas esas personas que se regalan por una noche con alguien como tú. De cuando no sabes quitarme el miedo pero si lo ropa, que, como siempre digo, no sabes de secar lágrimas pero si de mojar bragas.

    Y no quiero más perdón. Quiero hablar de culpa; Culpa de haber sido tan tuya y no haber querido ser de más nadie, a sabiendas de qué, a más cuerpos desnudos más cálidas podrían haber sido las noches. No sinceras, pero sí cálidas. Me culpo de olvidarme del olvido por acurrucarme en tu pecho. Me culpo de engañar a la vida por perderme en tu boca. Me culpo de las cotas altas que puede alcanzar mi estupidez cuando son las pulsiones las que me guían.  De haber dado tantas horas y palabras esperando un gesto que aunque no rompiera el silencio se pronunciara como un "Ya pasará". Pero nada pasa, nada pasa. Ni mis ganas.

   

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