domingo, 30 de diciembre de 2012

Órbitas emocionales.




       Cada mañana me levanto y preparo el café. Me siento en la mesa y todo igual. La silla de enfrente igual de vacía, mis manos iguales de frías y el café echando humo.

       Inevitablemente, y creo que nos pasará a todos, hay mañanas que me siento más pequeña. ¿Qué soy comparada con el universo? Una mota de polvo. Entonces, no puedo evitar pensar en lo insignificantes que somos y, da vértigo.

       Sorbo el café y comienzo a divagar; Las personas. Me cuesta comprender cómo la gente entra y sale de las vidas de otras personas con esa facilidad. Cómo a veces tan cerca, a veces tan lejos. Como a veces son, como a veces no son.
       Encuentro respuesta a ésto; Las órbitas.Al igual que los planetas, pienso, que las personas pasan todas sus insípidas vidas andando sobre órbitas. No se si serán elípticas, redondas o incluso si tendrán vértices y en algunos de esos ángulos colisionaran con otras personas y por eso nos enamoramos.

       Creo que las órbitas están girando unas alrededor de otras, el tamaño de las órbitas no es cuestión de jerarquía, ni de proximidad a un astro. Simplemente es azar.

       La cuestión no es ésta, la cuestión es que mientras cada persona recorre su órbita, a veces se aleja de otra persona que recorre la suya propia, a veces se alinean, a veces se sincronizan. A veces, sin saber por qué, saltan a otra órbita. En el mundo de la imaginación no existe ningún principio de exclusión que obligue a una persona a salirse de la órbita de otra.

      Quizás, esto me ayude a comprender porque estamos tan lejos estando tan cerca. Ahora se me ha acabado el café y, por tanto, el pensamiento.

viernes, 14 de diciembre de 2012

Cartas a un alguien.

            A pocas personas les abro las puertas de mi fortaleza cuyas murallas son muros de misantropía. A veces, cada 4 años, una bisiesta persona entra en mi vida y decido que debe quedarse, decido que debo regalarle un poco de mí. Al fin y al cabo, aunque me cueste creerlo, el ser humano es social por naturaleza. Me explico; desde que el humano puso el pie en la tierra una parte de nuestro cerebro ha ido desarollándose para dar paso a todo este entramado social que nos facilita la vida. No puedo dejar atrás semejante legado histórico, aunque sea por respeto a la evolución. Por tanto, cumplo con mi parte.

         Te ví un día, solitaria y meditabunda y me dije: "Por qué no?". Años después habías entrado en mi vida atravesando mis muros infranqueables.  Años después de que entraras te habías ido con una fuerza aun más arrasadora.

           Tus continuos suicidios de la personalidad aumentaban mi tedio cada día. Querías ser la suma de potencialidades y actos de las personas más simbólicas de tu vida. Querías implantar el caos en la dualidad de tu cuerpo-mente y entonces te enamoraste. Te enamoraste y tu personalidad maleable ya no era suicida, simplemente no era. Olvidaste las viejas compañías, te negaste a conocer las nuevas. Día tras día buscabas recoger los resquicios de un amor que no era para ti, no querías escucharlo, tenías miedo a que la posibilidad del hecho te golpeara de frente y huiste de mí. Huiste como huyen las hojas secas del viento.

Pilares de mi vida fueron desvanecíéndose, me vi ahogada en los mares del rumor. Eras la peor de todas las mujeres, la más peligrosa, la que más me conocía. La que podía dar donde duele. No paraste hasta ahogarme en dicho mar.

Puedo pararme, trazar un punto de inflexión y darme cuenta de que a lo mejor, esto es solo la mala reseña de un "De profundis" de nuestro amigo Oscar Wilde..

Hay personas que con solo desnudarte el alma ya han desanudado todos los nudos que te atan a lo físico, luego, saben atarte a lo que más te duele del pasado, a lo que menos soportas del presente y hacer que esa cuerda te ahogue hasta que ya no sientas nada más.

Gracias a ti, he vuelto a rodearme de misantropía, de despedidas, de vanas esperanzas y de confianza hacia las malas personas, que tal como dijo Faulkner, son las que jamás cambian.









Un adiós por todo.

jueves, 29 de noviembre de 2012

Aún estabas ahí.

Era sorprendente, después de toda la noche ahí seguías. Sabías que ansiaba irme, escapar...Coger las maletas, montarme en ese avión y no volver a verte y ahí estabas. Esperando que pasara la tormenta y, que al despertar, nada hubiera cambiado.

Tenía miedo de equivocarme, pero a miles de pies de alturas los problemas parecen cosas pequeñas, insignificantes. La más pura literalidad de la expresión "estar en las nubes". No sabías hacerme volar sin comprar un billete, no sabías poner en boca tus propias palabras, todas eran de prestado, no sabías que hay detrás de una mujer por muchas que te hayan tenido dentro. Pero nadie dudaba de que me querías.

Era un 3 de diciembre que nunca más fue.

Me levanté, preparé café. Era lo único que sabía hacer ¿Cuánto tardarías en olvidarme?, ¿Un día por cada kilómetro que me alejara?, ¿Cuánto tardarías en desnudar a otra?, ¿Un día por lágrima que derramara?. De ser así me prometí a mi misma alejarme mucho, muchísimo y no llorar nunca. Esa clase de retos que una misma se pone sintiéndose estúpida, vulnerable.

Desde la cocina te miraba, estabas azul, entrelazado con la franela de mis sábanas, discutiendo en silencio quien tenia el tacto mas suave. No sabía como decir adiós. A lo mejor no estaba preparada, a lo mejor nunca se está preparada para eso.

Te acerqué el café y no fui capaz mirarte. Se quedó frío como frías estaban nuestras palabras, como fría estaba la mañana de diciembre.

No me gustan las despedidas, por eso no me despedí.



Dejo el aroma del café y el sentimiento de la ausencia como muestra de que un día existí en tu vida.


viernes, 23 de noviembre de 2012

Arañar la lluvia.

Llovía. No por fuera sino por dentro. Dolía, una punzada por cada poro de mi piel.

Estábamos en la cuerda floja. No nos importaba perdernos a nosotros mismos mientras no perdiéramos la magia que ofrece el final de una botella de vodka.

Te miraba, me mirabas, sabíamos que esto no era para siempre, que empezamos por el final y nunca buscamos un principio, que nuestro verso no tenia rimas, que nuestro pentagrama no tenía notas, y, aun así, pretendíamos ser poesía y música al mismo tiempo. No éramos más que un montón de nada. Y seguía doliendo.

El verte alejarte era otro pretexto para bordar la palabra desamor en el tejido en el que se tejen los sueños. La búsqueda de la resignación había llegado a su fin. El comprender que la lluvia, aunque no la veas, esta ahí, el entender que las intenciones no bastan, que las promesas no alimentan, que las ilusiones no abrigan y los recuerdos arañan. Arañan como yo te arañaba la espalda, como arañaba cada resquicio de tus calles, como arañaba cada partícula de ti. Araña como araña la vida, como araña la memoria, como araño al pensamiento.


Arañar la lluvia como sinónimo de imposible, como sinónimo de nosotros.

jueves, 22 de noviembre de 2012

Atrofia cerebral.

Días que pasan y no sabes ni como, ni por qué, apenas dónde, ni cuándo..

Hace cinco minutos estabas sobre mis sabánas, hace cuatro tu poesía se deslizaba entre mis piernas, hace tres que intenté borrar tu olor, dos que cerré los ojos y uno que empecé a escribirte.

Cogiste tu abrigo, por tener algo sobre tu espalda y cerraste la puerta tras un te quiero. Un te quiero de los que implican no voy a volver a verte, de los que implican pasar página, una por una, muy rápido, hasta que te das cuenta que el libro ha terminado igual que terminan los días..

¿A qué saben los sinsabores?.

miércoles, 21 de noviembre de 2012

Me asomé al mundo y lo primero que hice fue tomar una taza de café. ¿Por qué?. ¿Qué es el café?. Yendo más allá de lo que resulta obvio; una infusión, el café es pura metafísica.

Es un momento para parar físicamente, para dejar toda atadura que nos amarra a la frenética actividad de la vida. Un momento para meditar. Te sientas. Echas azúcar, siempre azúcar, para endulzar los días. Lo mueves y te dejas llevar.

¿En cuántos momentos puedo situarme con este aroma?. ¿Cuántas mañana he despertado con su sabor?. ¿Cuántas palabras me han sabido a descafeínado? ¿Cuántas veces ha calentado lo que hay dentro de mí que creía helado por la fricción con lo cotidiano? ¿A cuántos artistas inspiras?. ¿A cuántas musas despiertas del más profundo de sus sueños?..

¿Cuántas tazas necesito para que no duelan los recuerdos?.